Las casualidades no existen, pero si las causalidades.
Los festejos
propios, acomodar los
vasitos, servir la coca cola, atender la puerta y soplar las
velitas, es una b
onita frivolidad de la cual no me gusta ser protagonista, pero si, un apasionado partícipe.
Creando causalidades, saludé a
desconocidas personas y busqué en ellos compartir tan traumático aniversario,
reconfortandome y
sintiéndome tranquilo del desinterés que generaba mi particular
ocasión, totalmente ajeno a protocolos,
limitándome a los cariños telemáticos que entraban por las ventanas, las paredes y
hacian base en mi comunicador.
Exactamente 363 días antes, nos
habíamos cruzado por primera vez, conductor intrépido, desorbitado y en riesgo mental,
remisero,
evidentemente esto no era casualidad, sino una causalidad, que se daba justo en la memorable fecha del hecho mas sangriento, violento, emocionante (no para mi) que me tocó pasar, cuando conocí la maldad y el amor en extremos, justo el día que me echaron del lugar mas hermoso que conocí en mi vida.
En fin, el primer gran encuentro de la nueva noche, que normalmente hubiera sido la peor tortura que se pueda
inflingir a una persona que busca salir a
distenderse, para mi fue de una gran alegría, no para mis otros compañeros de coche, los cuales
temian por sus vidas, a un costado uno peleaba con su estomago, el otro simplemente no hablaba y
emitía sonidos parecidos a una oración, yo? seguía hablando feliz con el regalo que mi causalidad me
había dado, logramos llegar, y mejor aún, regatear el pasaje ganando un gran descuento.
A partir de eso uno cree comprender aún mas, cuando las diferentes causalidades se van dando,
reencontrarme con el tabaco de mi pubertad en un perdido Kiosco, la chica rubia
infinitamente perdida
saludandome en la fila, el amigo templario al cual saludé a través de un vidrio y el clima tan perfecto, creando un ambiente propicio para seguir fluyendo.
Lo demás no lo recuerdo, los besos, los temblores,la bebida, los
excesos, la comida, el regreso y el liviano abrir y cerrar de ojos que separó los momentos, sin saber, o
haciéndome saber, si lo que pasó fue real o un sueño, o que todo es un sueño tan real.