viernes, 4 de septiembre de 2009

Reencuentro.

Las casualidades no existen, pero si las causalidades.
Los festejos propios, acomodar los vasitos, servir la coca cola, atender la puerta y soplar las velitas, es una b
onita frivolidad de la cual no me gusta ser protagonista, pero si, un apasionado partícipe.
Creando causalidades, saludé a desconocidas personas y busqué en ellos compartir tan traumático aniversario, reconfortandome y sintiéndome tranquilo del desinterés que generaba mi particular ocasión, totalmente ajeno a protocolos, limitándome a los cariños telemáticos que entraban por las ventanas, las paredes y hacian base en mi comunicador.

Exactamente 363 días antes, nos habíamos cruzado por primera vez, conductor intrépido, desorbitado y en riesgo mental, remisero, evidentemente esto no era casualidad, sino una causalidad, que se daba justo en la memorable fecha del hecho mas sangriento, violento, emocionante (no para mi) que me tocó pasar, cuando conocí la maldad y el amor en extremos, justo el día que me echaron del lugar mas hermoso que conocí en mi vida.

En fin, el primer gran encuentro de la nueva noche, que normalmente hubiera sido la peor tortura que se pueda inflingir a una persona que busca salir a distenderse, para mi fue de una gran alegría, no para mis otros compañeros de coche, los cuales temian por sus vidas, a un costado uno peleaba con su estomago, el otro simplemente no hablaba y emitía sonidos parecidos a una oración, yo? seguía hablando feliz con el regalo que mi causalidad me había dado, logramos llegar, y mejor aún, regatear el pasaje ganando un gran descuento.
A partir de eso uno cree comprender aún mas, cuando las diferentes causalidades se van dando, reencontrarme con el tabaco de mi pubertad en un perdido Kiosco, la chica rubia infinitamente perdida saludandome en la fila, el amigo templario al cual saludé a través de un vidrio y el clima tan perfecto, creando un ambiente propicio para seguir fluyendo.

Lo demás no lo recuerdo, los besos, los temblores,la bebida, los excesos, la comida, el regreso y el liviano abrir y cerrar de ojos que separó los momentos, sin saber, o haciéndome saber, si lo que pasó fue real o un sueño, o que todo es un sueño tan real.

2 comentarios:

Patinador Sagrado. dijo...

publicado 10:01. Basta.

NACHO dijo...

Manolo, no dejo de maravillarme con lo q escribís.... la forma q tiene este relato, hace q este sea uno d tus mejores post!!... impecable, amigo!
X un segundo, cuando leí: "conductor intrépido, desorbitado y en riesgo mental" creí q hablabas d mí.... revisé la fecha y pusiste 363 días(parece un nro bíblico o algo así.... es un nro capicúa cuya unidad central es el doble d la de los extremos, q a su vez representan la cantidad d dígitos q posee..... mmmm.. copado nro para novela policial!), y cuando continuo leyendo entendí q hablabas d un remisero!!...je!
Me gustaría oir el relato completo... un día d estos me parece q pinta barril y delirio!... no?
Un abrazo gigante!