sábado, 14 de agosto de 2010

Al fuego y al agua respeto, pero mas al agua que mata al fuego.


Hay cosas que pasan, otras que no, algunas suceden con violencia, "hechos súbitos violentos" y otros tan lentos como contar granos de arena con los dedos. Eventos que direccionan lo que fue hacia lo que será.
Hechos que según el contexto conmueven, para otros simples actos rutinarios.
Siempre hay un orden sabio o mas bien fanático de lo aleatorio que nos coloca en situaciones para que sin pensar obremos y juguemos a escribir la historia.
Y ahí estábamos, sin necesidad de escribir ninguna página heroica, descansando en un parque sobre la rivera de un río, que corría relajado ante la ausencia de viento, y como quien mira pasar un tren por una zona urbana, a paso lento pero contundente, el río llevaba una presa, cuerpo formado de una damita de al menos unos 17 años, silencioso y correntoso, arrogante y feliz estaba él, dando una de sus tantas lecciones de respeto, haciendo teatro real, de lo que significa obediencia al río.

Estos hechos, son aquellos en los cuales se pierde la noción del tiempo, algunos afortunados cuentan que la mejor película de sus vidas se proyecta en ese instante, pero claro, la cuentan aquellos que aún el final no les ha venido y coquetos en una mesa con un par de vinos comentan de aquel film en un tono heroico y muy divertido. Volviendo a lo que nos convoca, ahí iba la pobrecita joven, cada vez flotando menos, como si la corriente y los chapoteos funcionaban para meterla cada vez más bajo el agua y después de ser arrastrada unos 100metros el cause correntoso ya la sentenciaba.
Con lo que el río no contaba era con los hermanitos de la joven, que la acompañaban desde la costa, pese a haber estado en el agua junto a ella, ya ni ánimos de mojarse un dedo tenían, y desde la costa privilegiados testigos como lechuzas giraban sus cabezas, arrojando gritos y saltos desesperados, para ver si pasaba algo. Los padres ni enterados, que seguramente a esas horas habrán estado disfrutando esas tan hermosas siestas de enero.

Como todo aquel que escucha un grito desesperado, corrimos unos metros, y sin pensar alguien se abalanzó sobre el río.
El que relata no era, no por cobarde, sino por amigo y conocido del río, sus reglas no son de fiar, el es sabio y si esa tarde accedía a querer arrebatarle una presa, hubieran sido dos los velatorios o desaparecidos por aquel evento.
Este proceso racional en mi mente duró lo mismo que a otra persona le tomó despojarse de las zapatillas, la remera y colocar a toda prisa el pié derecho sobre el agua.
Era este otro amigo del río, pero que hablaba su idioma y por ende en otros términos iba a arrebatarle la ya casi vencida presa.

La escena minimalista era casi perfectamente aterradora, la calurosa siesta de sol ardiente, penetrando las marrones aguas del Coronda, ese horario que se vuelve mudo ahora perturbado por desesperados niños entonando una de las tantas versiones de la canción de la muerte, una persona a punto ser añoranza familiar y para mi un amigo, para la joven quizá un ángel y para el río ahora un enemigo, nadando iba a la presa, para disputársela.

De aquí en mas los finales posibles pueden ser básicamente 3 (tres), pero vamos a ir al que fue, sin incursionar en posibles hipótesis que no fueron, pero que si hubieran podido haber sido.
FINAL: Feliz a unos cientos de metros de donde la joven había sido tragada, yacía nuestro héroe, agotado, sacando del agua, lo que pudiera haber sido, una víctima del río, que sin muchos preludios media osca caminando solita salió, y como quien va a largar un demonio por la boca, tosiendo y en brazos de los hermanitos, despacito se fue a donde habrá estado morando.

Y como unos niños, regresamos a lo que estábamos haciendo, que ya ni sabíamos que era, sin hacer muchos comentarios, un poco conmovidos, felicitamos a nuestro amigo, luego vinieron unas felicitaciones de los progenitores de la joven, que a mi honor y entender no fueron en absoluto los suficientes, para nuestro compañero si lo fueron, seguro que si, los héroes no se alimentan de reconocimientos.

Todo siguió siendo igual para todos. Para todos los que no se dieron cuenta que las cosas pueden ser de diversas maneras y que no siempre hay un amigo que se atreve a arrebatarle al río, lo que es del río.

2 comentarios:

NACHO dijo...

Sin palabras.... creo que no podría expresar las cosas que se cruzan por mi mente... se amontonan en mi boca y al final no dicen nada... supongo que en momentos como estos, no hay nada mejor que expresarse con gestos... en este caso, me levantaría a aplaudir y después a darte un abrazo! El relato es impecable!... comienza con esas raras introducciones a las que nos tenés acostumbrados; continúa con un relato que, en sus principios, parece hablar de amores de verano, ardes bajo el sol y recuerdos que de a poco se pierden en sueños; pero de golpe incorpora un hecho, un detalle, una imágen cuidadosa, suave y armónicamente narrada, algo trágico que parecía no tener un buen final, porque bien podría haber guardado un misterio y resultar un relato digno de Agatha Christie o concluir como una cruel vuelta del destino narrada al mejor estilo Poe/Shakespeare; sin embargo aparece el héroe, la esperanza que todos llevamos dentro y que nunca se pierde, encarnada ahora en un personaje más, en un amigo, en un pseudo-ángel; y el final! el final es broche de oro!.... plantea la posibilidad de otras alternativas dejándonos una historia real y palpable, expresando nuestro sentir en las palabras del narrador y ensalzando al recto héroe!
Gracias por el relato, Manolo!... deberías dejar que se vea en facebook, estas cosas merecen ser leídas!
Te admiro!... un abrazo grande!

Matias F dijo...

No hay nada mas fascinante que la realidad...
Esto es realidad pura!